En otoño de 2010 nos decidimos a viajar por la Bretaña y la Normandía, después de piratear el viaje a una agencia. Hicimos todo el recorrido en nuestro coche desde casa y puedo presumir de que lo organizamos como si fuese un encaje de bolillos y exprimimos al máximo todos los lugares que queríamos visitar, sin apenas algún fallo. Si a eso se une un tiempo estupendo y unos sitios llenos de gran belleza, unas comidas para recordar y la compañía de Félix y Alfonso, puedo considerar que han sido una de las vacaciones más redondas que recuerdo. Eso sí, me quedé si ver la plaza de Quincoces en Burdeos. Otra vez será.